En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

martes, 11 de agosto de 2009

Rutina del abuelo.

Temprano, muy temprano, un desayuno completo: pan, frutas de la estación, paltas, jamones, huevos, café. Luego, si o si, baño (en el sentido de sentarse en el baño). En este punto habría que revisar los innumerables refranes y chistes sobre la temática defecatoria, algunos de ellos los recuerda íntegros en su funesta memoria y otros quedan guardados en pequeños textos que ocupan la estantería del tocador. También habría que visualizar las adaptaciones estructurales realizadas al espacio en torno del retrete, agregando por ejemplo una práctica mesa que se despliega desde la pared, ideal para revisar los puzzles del día anterior. Le sigue una larga ducha, vestirse, una vuelta al aire libre y, rápidamente, al sillón: lectura, puzzle, lectura. La vuelta significa dar un rodeo por sus verdes pastos, alcanzar las lagunas con los distintos patos salvajes que regalones se han ido quedando, hacer un conteo mínimo de las miles de truchas que crecen para satisfacer la demanda boreal de la familia, ojear las bellas hortensias de uno y mil colores y respirar el viento de travesía que trae el lago directo a la cara. Aperitivo: delicias en conserva (callampas al aceite, carnes de ciervos, jabalíes y diferentes tipos de sardinas) y la infaltable copa de jerez, que en el mejor de los casos ya se encuentra helado o al que, reclamando, le agrega un cubo de hielo. Almuerzo maravilloso, acompañado siempre de la verdura que la huerta le regale. De postre una copa de helado (sus favoritos, los más cremosos, los más chocolatados) o una fruta en conserva con unos toques del vino de la mesa. Por la tarde cumple religiosamente con repetir la lectura, el puzzle y con él unos minutos de siesta. Entrada la noche, a eso de las 19 horas comienza nuevamente con la copita de jerez, los aperitivos y la comida, que en este caso siempre empieza por caldos, sopas o cremas (los encantadores crutones tubo que dejarlo por órdenes médicas, a lo que se revelaría si su señora no fuera enfermera). A las 21 horas ya debe estar en su dormitorio quitándose los zapatos.

1 comentario:

  1. errata: donde dice tubo, debe decir tuvo y luego donde se escribe: dejarlo, debe decir dejarlos.

    Gracias Karlitos por la atenta mirada Claclaneana.

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