En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

miércoles, 15 de agosto de 2012

Lo que no tiene precio


Me gusta pensar en los soplos, en los momentos, instantes de tiempo que no tienen precio. En las risas, verdaderas y falsas –jugar a reírse de mentira se ha transformado en un pasatiempo muy divertido, yo hago la risa de “Patán”-.  En el ruido de pequeños pies que se acerca a tientas en la oscuridad, haciendo crujir la madera que avisa el despertar madrugador, al alba –o antes del alba, siempre sin luz-. En ese primer llamado de auxilio, “tengo hambre”, que da el vamos del nuevo día. En las nubes oscuras que a ratos nos engañan ocultando la luz del sol. En la sola posibilidad de agarrar la caña, caminar al rio, pescar, volver, tomar café negro y empezar a hacer el aseo mientras las tres Rubias siguen en sus pijamas haciendo cada una lo suyo; la más grande, Chandy,  juega sudoku en posición fetal sexy –desde que llegamos al sur dice que es seca que cada vez los termina más rápido y, aunque nada que ver, ya no le duele nada de nada la espalda-, Violeta pinta que te mueres y sus lápices se van achicando como todo en la vida menos la panza – “yo quiero ser profesora después de artista, porque me gusta mucho el arte”- y la Ema transita alegremente del baile con las canciones de “Alvin y las Ardillas” al trabajo de pintarse las uñas con más derroche que otra cosa. Exceso de entusiasmo, exceso de color.

Me gusta pensar que el día se ordena según la luz del sol, que los relojes tiene cada vez menos importancia en nuestras vidas, que el auto ya no necesita barra antirobo, que la velocidad con que se construya la casa pasará en parte por la lluvia que caiga del cielo, que las vacas lloran cuando les quitan sus terneros, que la palabra penca todavía se usa por estos lados, que J. Conrad fue marino mercante 20 años y que sin más se largó a escribir y nunca más se subió a un barco.

Me gusta saber que mis vecinos son el Tata y el Tito, dos hombres que juntos hicieron cosas imposibles, aventuras que hoy parecen ciencia ficción, películas de otro tiempo. Me gusta saber también la diferencia entre un policía sueco y uno italiano y que después de este invierno vendrá la primavera y los árboles que hoy están en cueros volverán a mostrar sus hojas de quizás qué colores y que la fecha de siembra ya empezó. Vuelvo a sentir las palabras, cómo salen a chorro estas palabras, la incubación parlae. Las niñas juegan al Doctor Hainz, montan una consulta absolutamente influida por una mezcla de José Manuel y consultorio rural remozado con número de atención digital. “Usted tiene una enfermedad bien grande” le dice la doctora a su paciente secretaria. Me gusta pero me asusta ver como crecen las dos loquitas, saber que la ducha comienza a remplazar la tina, que los dientes se caen de uno y de a dos, que el inglés corre por cuenta nuestra –y que sin el ¿cómo le enseño a cantar Ray Charles?- y que falta poco para tener que alistarnos y partir al cumpleaños en el “Restaurante Don Bauche” del amigo de Violeta que se llama Gabriel. Y por supuesto me gusta saber que los Aromos se han adelantado nuevamente.

sábado, 14 de julio de 2012


HACE DOS AÑOS, VIVIENDO EN SANTIAGO, VIVIMOS ESTE PERCANCE QUE GENERÓ MI GRAN PUTEADA QUE LUEGO SE TRANSFORMÓ EN LA CARTA AL CLINIC QUE AHORA MUESTRO. SÓLO PARA VER CÓMO CAMBIAN LAS COSAS. EL AUTO FUE RECUPERADO UN MES DESPUÉS, POR PEDACITOS.


Sr. Director:

El martes 06 de julio definitivamente será recordado como un día de mierda. Lo recordaré como un día con cara de lluvia, con cara de celebración mortuoria, de despedida, de asesinato. Por ese martes yo tendré cara de perdedor.

Cuando me bajé de la micro recibí un llamado de Chandy. Llorando con rabia me dice que el auto no está que se lo robaron. Es decir que cuando yo salí de casa y no lo ví era porque realmente ya no estaba. Ósea que ese auto que sentíamos como nuestro pero que en realidad era del banco hasta que pagáramos las 30 y tantas cuotas de la concha su madre ya no es ni nuestro ni del banco sino del hijo puta que se lo llevó. Hijo puta que ojalá sepa qué hacer con las dos sillas de guagua –prefiero el trueque que la venta, cambia la silla por macoña tontoculo-. Me gustaría que el cabrón le de su tiempo a los CDs de Mazapán, Violeta Parra, la Charito Cofré y todas las canciones de cuna que tanto gustaban a Ema -por ahí hay un cabro chico en la familia del ladronzuelo-. Hijo de la grandísima puta que espero respete el concierto de Lou Reed en santiago de chile y que lo escuche el muy infame sobre todo en las canciones en que Lou cortaba cuerdas de puro prendido. Miserable que quisiera saboree realmente esos aceites de oliva, merkenes, jaleas de vino y los nuevos productos artesanales del sur de chile que asfixiaban la maleta del yarisito. Me lo imagino al huevón con sus brokacochi comiéndose estupendamente el paté de ciervo y los jamones de jabalí, jil culiao cómprate una marraqueta y acompáña con un vinito por favor. Querido sociate, ladrón de mierda que no sabes como nos cagaste reconcha su madre, ocupa el auto para pasear, lleva a tu minoca a la playa, dale un polvito en el asiento del copiloto y si te aburres porque ves otro más grande y más nuevo, entonces pásalo a dejar, usted ya conoce la dirección.

viernes, 1 de junio de 2012

El sueño de la casa propia


Dedicado a mi compadre Renso, un peleador con estoque.

Otra cosa es con guitarra. Acá sobra el agua. Llueve de maneras distintas, como en Forest Gump. Las nubes que tanto gustan a mi tío Marcial son un descubrimiento permanente y constante, te das vuelta y ya ves otra nube negra reventando y luego otra blanca como un jodido mashmelow.

Las hojas de los nogales que en los primeros días de Marzo y Abril no me dejaban ver los rayos del sol ya se encuentran en el suelo en señal de un otoño fugaz. Frente a este escenario la respuesta familiar se despliega acorde; pantis medias para las niñas, calzoncillo largo para el varón (de polar y lycra también), estilo chalota le estamos llamando en un acto de adecuación parlae de  nuestra habla a la lengua local. En mi caso particular retiro todo lo dicho contra Iván Luis Zamorano, jamás debí burlarme de su rápida mimesis española y luego italiana y finalmente mexicana. Hablo cantadito y con una sonoridad que me da risa, la Violeta me sigue los pasos, así las cosas: pobre del primo que se burle de ella en el verano.

Respecto de mi trabajo puedo afirmar con seguridad que he descubierto mi espacio natural, me siento como chancho en el barro. He conversado bastante con el Tata de esto, de cómo sus hijas y ahora sus nietos llegaron directa o indirectamente a trabajar y desarrollarse en el mundo de la educación. No tiene idea, no puede explicárselo. Lo que me dice últimamente, sabiendo que la plata no es la razón de fondo, ni de cerca, es que lo único importante es que me guste, pienso que él se da cuenta. Como la Violeta que el otro día haciendo un resumen familiar de nuestra estadía en Lago Ranco, de nuestro cambio de vida, de esta aventura a firme, decía que le gusta estar en el sur porque es más tranquilo, mas limpio, más bonito (hasta aquí puras ideas abstractas que no me parecían realmente significativas para una niña de 6 años como diría mi lado psicólogo oculto), pero de pronto se las manda y me hace llorar como final de teleserie: “además lo que más me gusta es que mi papá está mucho más contento”. Chucha, fuerte lo tuyo papi. Y es verdad, si, con mi Rusia estamos mejor, el resto va de la mano, paso adelante paso atrás, sin volvernos tan locos querido Charly.

Algunos coqueteos y secretos sureños:


- Hace tres semanas me traje la matera a la escuela. Tomo mate a diario con la Ceci, la Sonia y la Irma (bibliotecaria, asistente e inspectora). Sin falta me hacen bromas con que mueva o no mueva la pajita, las dejo pasar para no mostrar mi faceta califa que poco freno tiene. Me discriminan positivamente por los ojos claros y la rubiesa de mis cabellos, ni se fijan en mi panza. El autoestima flotando en modalidad zepellin.



- A mi jefa, que jubila este año menos mal (le gusta decir que es medio milica, acá todavía se puede decir esa barbaridad), siempre la pillo comiéndose unos berlines que guarda en su escritorio. Le gustan de crema pastelera como al Pome o rellenos con dulce de membrillo.


- Dos de los 5 días de la semana me he arrancado con un par de profesores históricos a comer donde la señora Carmen que nos prepara en su casita (frente a la escuela) unos almuerzos bien de campo me dicen, que no pasan de unas cazuelas y porotos monumentales. Lo justo y necesario para combatir a rostro descubierto el frío polar de mi oficina-anticuario-bodegón de trabajo compartido con Juan Matus que llegó con el tren de Rio Bueno y nunca más se fue. Profesor de música que hace clases de Ciencias Naturales, jefe de UTP y cómplice mío en todas las reformas anti SIMCE que queremos instalar: “jugar, pintar y wevear, así lo vamos a lograr”.

- El fin de semana pasado tuvimos la visita más más loca de la temporada. Una sorpresa tras otra: primero mi mamá que llama a media semana, secreteándonos los dos, porque llegaba el jueves directo a recoger a las perlas a la escuela y el jardín de más grande a más chica. Luego, el mismo jueves mi hermana Mery, infaltable, que ya estaba en Rio Bueno llegando (también sorpresa gigante). Y ya para el remate, mi papánuncadejadeasombrarnos, que de la nada se sube al Cruz del Sur acelerando a fondo para llegar a las 6 am al cruce Los Tambores. Lo pasamos la raja. Fuimos con mi papá a cortarnos el pelo juntos como cuando cabro chico. Con Alfonso lo hablamos todo y nos matamos de la risa sufriendo la derrota del Athletic. La Mery y mi mamá no pararon de reírse con las locuras de las doctoras coléricas. El Amarú no paró de gatear y botar los juguetes de las niñas atajándose la risa con la comida. Y la Rusita entre otras maravillas como el caldillo de congrio se dio el lujo asiático de dormir siesta. Ah, y yo, con un par de fintas copiadas a Neymar, me arranqué a pescar fuera de temporada una travesura que siempre quise hacer. A mi hermano Pablo lo espera algo mejor; dicho y hecho.

- En las noches, tempranito de noche, nos sentamos a tomar vino y miramos la computadora con los primeros ensayos de casa casita que nos dibujo el Grande de Mapachón, lo hinchamos y vamos a seguir hinchando con mucho pero mucho agradecimiento hasta que demos con el modelo económico realista pragmático que finalmente podamos construir sin dejar de tener la mejor de las deudas y la más olorosa de las maderas que tanto nos gusta y habla cuando pega el norte de este invierno.


 El lago ha subido en dos días lo que no subió en todo el resto del año,  del muelle sólo quedan los rieles de tren que se asoman apenas en sus puntas donde los patos cuervos toman sol secando  sus plumas negras con un relajo sólo comparable al del Gabo. El río Iculpe está con el caudal a tope, se parece al Urubamba chocolatado y correntoso, es un río bipolar.  Cuando baja puedes ver las truchas que suben a desovar. Las niñas se preguntan donde duermen los pavos con esta lluvia.

martes, 3 de abril de 2012

Más que Pavos Reales, Bandurrias




1.       Despierto a la misma hora, más por costumbre que por necesidad, me sobra el tiempo –está por verse, falta que lleguen mis chiquillas lindas-.
2.       Ya no camino a la esquina para tomar la micro amarilla D-18, ahora lo hago por un camino de tierra cubierto por lado y lado de verdes castaños –me pregunto qué sentido tiene que me lustre los zapatos si todas las mañanas llegan empolvados a la escuela-. Llego a una garita a metros del puente donde pasa el río Iculpe, junto al cerco donde me apoyo a leer algún libro que le he sacado al Tata. Todas las mañanas se me acerca la yegua que tiene Gabo para cruzarla y volverse millonario, es un lindo animal, tranquilo, se deja querer. Me recoge una micro que lleva a los alumnos a la escuela de Lago Ranco, a la de Ignao y al Liceo Técnico Profesional donde pueden graduarse en el área del Turismo ya sea de terapeuta alternativo, masajista, pedicurista y/o cualquier especialidad en finales felices que están tan de moda allá en el norte, en la capital –siempre quise decir esto-.  La micro también es amarilla y va igual de llena que las de Santiago.
3.       He vuelto a tomar té, ya no existe la cafetera italiana. El frío diario me obliga a tomar varios tazones antes del almuerzo JUNAEB que me regalan las tías en el casino después que los niños comen sus comidas en bandejas plásticas. La micro y el almuerzo me resultan al gratín, sur generoso. Mis compañeros, profesores y auxiliares, llevan su propio salero y ají colorado porque esta comida es exagerada en su sano balanceo.
4.       Antes pasaba el día detrás del computador enfrentado cara a cara con un Excel insobornable. Hoy día busco la manera de enchufarme en esta escuela para poder bailar con ella. El primer niño que se me acercó en el recreo de las 10, me dejó nock out. Me preguntó, bien suelto de cuerpo, con apenas 9 años, qué había que hacer para olvidar una mujer, “no me la puedo quitar de la cabeza” me dijo. Chucha ¿y qué le respondo yo weón?, si para eso si que era malo, para ese tipo de preguntas no se está preparado. Le pregunté qué es lo que había pasado y me contó que la distancia los había separado, ella es de Lago Ranco y el de Ignao, son 3 kilómetros entre un pueblo y otro.
5.       Los lunes hay acto en la escuela y se canta el himno nacional, cuando me toque ser el encargado vamos a corear “Tu me haces falta” de Los Vásquez.
6.       Varios de los 5 días de la semana salgo a las 4 de la tarde –al fin tengo el horario de profesor que tanto envidié de mi madre, hermana, tías y primas-, antes de las 5 me estoy cambiando de ropa para salir a pescar ya sea a la orilla del río donde se forma un pozoncito que se llena de cauques de buen tamaño o paseo en el bote remando de un lado a otro merodeando la desembocadura del río. Todo eso antes de pasar donde el Tata a tomarme un martinete y tener buenas conversaciones del pasado lejano –las del presente inmediato simplemente las olvida-: divaga hablándole al aire del tío Julio Filippi que debió ser presidente de Chile, del campeonato de Chilenos Físicamente Aptos donde él participó y ranqueó sumamente bien –un asunto, atléticamente hablando, mucho más elegante que las maratones rascas de miles de jiles ahogados en gatorade azul; pruebas de garrocha, salto alto y largo, vallas, 400, 200 y 100 metros, toda un prueba a los chilenos más aptos ¿?-, conversaciones que giran para uno y otro lado sobre la pesca o la No pesca de ayer, peladas de cable sobre la última cacería que deberíamos hacer en Parral para la que tendría que secuestrarlo y juntarnos con Pablo y Hernán allá en el campo de su buen amigo López, todo por verlo bajo la neblina, alerta…  ralladuras sobre las cacerías insólitas en Córdoba y el Tigre, argentina. Sobre los excelentes restaurantes de Osorno y Valdivia, todos con una cocina de tantísima calidad y tan buena como para instalarse en el mejor parís, único símbolo de la buena mesa. Sobre su perro que no es el más lindo e inteligente de la tierra sino de todo el universo. Conversaciones que ya conozco. Conversaciones que nunca son la misma.
7.       Seguirle el juego a la desmemoria bien puede ser un deporte fascinante: todas las tardes el abuelo me pregunta por su nueva pieza que ahora queda en el primer piso de su casa, todas sin falta busco la manera de sovajearlo con alguna exageración de referencia histórico literaria  como:  “tienes un dormitorio principesco”, otro día le digo que su pieza “es soberana”, otro que su pieza “es un palacete en si misma”, otro que “se parece a la pieza de la Reina Isabel en Buckinham” o “pero si es igualito a las habitaciones del Castillo de Manzanares”, todo sirve, cualquier cosa, todo le divierte.
8.       La TV pasó a la historia. Escucho por la radio local que la señora Olga Llancaneo Llancaneo tiene hora mañana con el cardiólogo debe dirigirse al hospital regional de Valdivia a las 10 am. Escucho todos los días al intendente y al alcalde haciendo no sé qué lanzamiento de no sé qué proyecto –para aparecer en la radio basta con que le den una pensión a una señora-. Escucho el rodeo de Valdivia con la collera Von Brulenbock y Swensteigger, montando a Mafioso y Solitario, 0 puntos buenos -menos mal-. Escucho que anuncian la llegada del psicólogo de la Escuela Rural de Ignao -que soy yo-, escucho que no va a llover durante los próximos días y ya estoy pensando en llegar a tirarme un piquero desde el muelle que por razones que desconozco está sin escaleras, me escucho hablando solo, escucho las bandurrias y los pavos reales caminando en la noche por el techo como si fueran unos ladrones furtivos.
9.       Esta semana comencé, con la ayuda de Tito, a construir la casa en el árbol que le prometí a mis rubitas, va a tener terraza y una cuerda para bajar a lo bombero. Tengo que pensar donde ponerle un columpio. Va quedar cerca de la cabañita, sobre un aromo australiano que da a la cancha de futbol y a la laguna, la construcción es sin calefacción pero igual va a ser certificada por la Carmela.
10.   Varias cosas han cambiado, yo estoy más tranquilo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Una reunión para no creerla


1.- Dos amigos - a falta de uno-, tal vez los más grandes, tal vez los más peligrosos, se reúnen en Francia a finalizar estudios doctorales en materias absolutamente innecesarias para el progreso de la sociedad lo que me hace sentir totalmente orgulloso de ellos –claro que orgullo es una palabra que no cabe entre ellos-. Ambos viven de los recursos ajenos –una maravilla- y se dedican a leer novelas, cuentos y poesía que no les serán de ayuda con sus estudios. Destinan la mayor parte del tiempo a viajar y tomar por distintas ciudades y puentes de Europa. Los seis pisos que separan su departamento de la planta baja se suben típicamente deteniéndose en las estaciones pares, momentos hidratantes mágico amorosos, ambos se besan de dos en dos.  El parsete goza de lo lindo sacándose fotos con las bellas inmigrantes de su barrio de inmigrantes y se disculpan forzadamente por falta de idioma.

Hace más de medio siglo por esas calles y por esos puentes transitaban otros malditos de la misma estirpe.

Desde esta triste ciudad les escribí mensajes en botellas de pisco y aguardiente. Desde este ventanuco elevado les he contado, a boca de jarro, mis vaivenes anímicos y las jugarretas más torcidas que pueda imaginar. Pocas veces recibí respuestas tranquilizadoras. La realidad ha dejado de ser lo que era por entonces, cuando nos aburríamos de dar rienda suelta a nuestro desenfreno.

Es arto probable que el aburrimiento entramado directamente con el sufrido existencialismo laboral posmoderno sea el gran responsable de haber construido una suerte de acuerdo con estos dos pelafustanes: viajan por mí. Lo hacen a medias como casi todo, cumpliendo mis deseos más superfluos y antojados, gritando en los sueños pesadillas, sintiendo el hígado explotar. Así país vasco, así el confit de canard, así mirando carros lanzallamas en la carretera rumbo a cannes.

2.- La reunión será en Buenos Aires. Ésta vez participaré. Los lindos me han convocado. Fecha del pasaje: 22 de febrero, 8 am.

3.- La primera cerveza fue a metros del aeropuerto que se llama aeroparque –una desviación del lingus de Alexis Jovanovic, como ejemplo: da edificio departamento-. Aeropuerto Aeroparque, una belleza. La segunda y la tercera también fueron cervezas Isenbeck. Como decía, a metros del aeropuerto y a orillas del río de la plata. Mientras tanto unos pescadores de muelle buscan el Dorado perdido que luego venderán en el costado del mercado de Palermo a precio de oro.

En Caballito las calles son grandes y los árboles frondosos, verdes. Es verano y la lluvia tropical se deja caer intermitentemente. En todas las esquinas hay cafés, pizas, parrillas y un mercadito chino que tiene de todo y nada, porque allá, allende los andes,  todo se compra por separado. Las calles se caminan y se toman cerveza en mano. Las distancias que en Santiago parecen inabarcables se vuelven accesibles y, a pesar del calor agobiante, húmedo, traspiroso, empapado, mojado, ir de un lugar a otro es más agradable de a pie que por otra vía. Para andar en bicicleta hay que tener una buena bicicleta.

Las conversaciones son inverosímiles y giran en torno a la muerte, el sexo, el fútbol y la literatura; formando un espiral, una tormenta. No fuimos culo de golpearnos, los recuerdos sustanciosos de la inocencia perdida.  Por momentos abarcamos la ciudad desde una perspectiva fallida, con el ojo chueco, con la córnea puesta en las lombrices y hormigas gigantes del parque Rivadavia. Las alucinaciones en 3D, el Paraná, el Tigre, la cabaña Faulknereana, los yonkis transgéneros cyborg del pantano, la arquitectura típica de la era Menem que aborda manzanas enteras volviendo la ciudad una ciudad de locos, locos lindos, locos piolas. El wisky de los gansos se combina necesariamente con las pesadillas del horror, los gritos nocturnos, los llantos, el famoso martinete con las luces refractantes de las rubias, las morenas, los culos, las tetas. Variaciones de lo mismo, de lo mismo que veníamos hablando cuando nos crecían los dientes de leche. Imagen hermosa: larga fila del narrador, tiempo detenido, espera inmóvil junto a los escalofriantes pensionados del Banco de la Nación, breves respuestas de agentes del mismo Banco de la Nación precisando errores evidentes del no cliente,  no hay otro consejo posible, el Banco Provincia debe ser más chico que el de la Nación, así con mayúscula. Como las Malvinas o Eva o lo que sea radical, socialista, la triple A, nadie entiende un carajo, como dice el tema: son todos narcos.

Cuando no quedaba nada, ni silencio, entonces las milongas. Y después de ellas, los duraznos. Más que el tango, los tangueros. Más que nada Atahualpa.

La cronología de los hechos permite adivinar por el reverso que si después de la primera noche no perdíamos la vida entonces el antídoto de la tragedia no formaría parte de este breve anecdotario. En fin, la noche nunca se volvió día y así, una cosa llevó a la otra.

Avísenme si la cago.

4.- La comida Saereana…

jueves, 5 de enero de 2012

Fin del mundo las pelotas

Si este va a ser el año en que se va a acabar el mundo yo me resisto a ello. No estoy ni ahí con que el acabose me pille en estas condiciones. Si no fuere así, y este va ser el año en que las cosas van a cambiar de rumbo y se va a producir una revolución socio cultural potente, entonces yo tampoco estoy preparado. Me siento atado a instituciones financieras que ahora andan sin corbatas pero que siguen teniendo cuello y sique siguen robando peso a peso y atado también a organizaciones sin fines de lucro que se llenan los bolsillos enseñando nada. Ni primeros auxilios. Está a todo ritmo este nuevo año. En este sentido no quiero partir la revolución desde atrás mirando cómo avanzan siempre delante los mismos pilluelos. Es que pienso que todavía se le puede dar vuelta a la tuerca desde aquí: postrado. Como dice Chinoy la vida es una espina que me hace cosquillas. El drama personal es que me carga que me hagan cosquillas. Me tinca que tendremos 365 días de combate sonoro bocinazos van y vienen, 365 días de amor entre cuatro paredes, 365 días de hongos en el baño, 365 días con los mismos techos grises llenos de cenizas volcánicas del más allá, 365 días de inundaciones torrenciales y vientos huracanados en alguna parte de los hemisferios, 365 días de atentados bombas y golpes de estado tristes y rascas y hediondos , 365 días en la oficina con ojos vendados y torturas silenciosas de la onda palitos de fósforo entre la uña y la carne -chap sui-, 365 días inhalando napalm frente a nuestras narices, 365 días de cartas gant fatigosas que no se dejan mutar al Project que está tan de moda, 365 días guardando pan duro en el freezer, 365 días comiendo carne animal, 365 días con los dientes en el precipicio, 365 a puro elontril, 365 derrotas. Elontril suena a viagra.

Soy Bielsista, las derrotas no me importan, me configuran.

Cuento los días como preso. En el calendario marco una raya cada día que pasa hasta llegar al mes de febrero que desde hace un tiempo es lejos el mes más emocionante del año. Violeta y Ema asomaron sus caritas en este mes bendito. Cuento los días para llegar a mis vacaciones, VA -CA -CIO -NES. El año empieza en marzo, montaremos campamento, sacaremos los cañones, la artillería pesada y los altoparlantes de apocalipsis now. La maquinaria pesada la instalaremos con las niñas y la Rusia para cargarnos a todos los que atenten contra nuestra tranquilidad y alegría pasajera que queremos tener en casa. Nos vamos a ir en picada contra los vecinos psicópatas que se multiplican, no le vamos a regalar un peso más al bancochile cabrón y a los de las isapres les vamos encontrar una pifia severa que nos permita enriquecernos y sanarnos gratuitamente a costa de ellos. A mediados de año, el día 182 a las 12 hrs. tomaremos el Yarisito y partiremos por encomienda con maletas y mascotas rumbo desconocido a vivir en una cabañita con vista a paisajes que cada mañana nos sorprenderán.

Hasta el día 182 quiero dedicarme a ser el mejor asesor del hogar, preparando estupendos, sanos y nutritivos desayunos a mis guachiturras; haciendo camas, trapeando, barriendo, lavando platos y baños, pero sobre todo cocinando croquetas de jurel con cebollita morada caramelizada con la música siempre desde las 7 am a todo volumen, bailando, flotando a punta de pitos que me permitan leer lento y escribir poquito pero lindo lindo.

Tendríamos perro desprovisto de toda raza y sangre azul con pañuelo rojo wrangler al cuello.