En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

martes, 22 de diciembre de 2009

Adelanto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


"La mano en la cara".

Para mis corazones andantes
Sandra, Violeta y Ema.

Un Domingo 20 de Junio del año 2005 supe que sería padre. Reaccioné cortándome el pelo y buscando trabajo con tácticas y estrategias desesperadas. Consideré necesario marcar un antecedente de presencia y respuesta. Quise vivir con Sandra. En poco tiempo pasé a ser un allegado de su familia y de la señora Nelba – mujer infinita, abuela rockera que nunca ha dejado de acompañarnos -. Sin más, había ingresado al mundo del orden y la perseverancia.

Como hombre, mi cuerpo no sufrió mayor cambio, no estaban las sensaciones del embarazo. Tuve que imaginarlo y construirlo. Comencé a soñar con paisajes australes. También comencé a tener pesadillas. Despertaba asustado sin saber en qué me convertiría. Pero la escritura me acompañaba. Con Sandra nos protegíamos de los embates de la cotidianeidad besándonos cuidadosa y sigilosamente. Todo ocurrió con la sabia velocidad de la naturaleza.

“La mano en la cara” simboliza el miedo a lo incierto, la vergüenza y lo sugerente de cubrirse; fragmentos de realidad que asoman a contraluz por entre los dedos. La mano en la cara es el claro oscuro del transito forzado, es - en definitiva- pura evocación.

Recuerdo el nacimiento de Violeta, recuerdo la mirada de su madre.

El 25 de febrero del 2006 nace Violeta, pesando tres kilos setecientos gramos y midiendo cincuenta y tres centímetros.

I. en el precipicio

No sé qué hacer
ni a dónde voy
ya debiera estar muerto



el gato que cuelga de mi espalda
los fantasmas.

----------------------------------------------------------

Floto en palabras
por las hojas del Satiricón
y Blondie, te amo

paso el minuto
sentado en la silla que estira el tiempo
como un bote a la deriva

el infierno es una tormenta de nieve blanca

me hago de valor
enfrento el vacío
busco un amigo que me aguante


- se abre una puerta
sale a comprar el pan
no regresa
no regresa-

más que un arrebato
la total indiferencia a la institución
lo mismo que el asco por un perfume caro

ni hablar de llegar a casa

el sentido común aplica maquinaria pesada
para hacernos corderos de Dios.

II. ella arma un puzzle de 4000 piezas

Pesadilla:

camino por Pío Nono con pelo recién cortado
la gente se da vuelta y me pega

lloro

despierto llorando.


----------------------------------------



Me habría gustado que nacieras en otro mundo
debajo del agua
pero se compone así la historia
tú debes ser el engranaje
que destruya la maquinaria pesada
el terrible
la espina de los corazones en conserva.

------------------------------------------

Vas a conocer el verde olor del bosque
sentirás cuando el mar sople en tu cara
y al río mover tus pies
comerás verduras frescas
pescados y carnes del campo
te subirás al caballo sin monturas
nadarás por las aguas tranquilas del lago
y verás cada día
que tus padres duermen
uno al lado del otro
dejándote un espacio
para tus visitas a media noche.

-------------------------------------------

ahora, querido padre, te entiendo
lustro mis zapatos.

.......

III. donde levantaremos nuestra casa

Te vi salir del corazón de tu madre
lloraste y te pusiste la mano en la cara
lo que siguió fue borroso
las visitas, tus abuelos
la habitación llena de flores

siempre vuelvo a ver tu mano en la cara.

-------------------------------------------

Eres lo único que sueño
paso el día a medio filo
una parte de mí intenta trabajar
la otra da vueltas
silva y canta pensando en tí
te veo jugando
te oigo llorar

siento tus pies en mi boca



---------------------------------------

- a propósito de Charo Cofré y su Tolin Tolan,
venden sus discos en Catedral con 21 de Mayo
hay un cine porno,
una galería
y ahí está Discomanía-.


-------------------------------------

Violeta
tu miras al cielo
y yo te miro a tí


.......

miércoles, 16 de diciembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

asisto a mi muerte

la realidad se pasea
mientras vivo
bajo el agua

martes, 27 de octubre de 2009

Tranquilein Jhon Wein

Por sobre el exito fugaz, las luces y los flashes que escanean la falla, por sobre o bajo todo ello, una vida de segunda línea; comidas con amigos, garbanzos con merquén, tortillas de arroz, una verdulería cercana, las lindas hijas, la bella señora.No parece fácil. (Pero tampoco es tan repeludo).

martes, 6 de octubre de 2009

INFANTES TERRIBLES

Tratándose de ustedes lo que pueda decir no pasa de un anhelo. Mis amados amigos, la tristeza de no poder abrazarlos inunda mi fucking soul. Pero, al mismo tiempo, leer sus correos y saber que siguen masturbándose, que el ascetismo de Seba es invariable y que su barba crece en relación directa a su fascinación por las tangas brasileras, culo a un lado y al otro, todo ello. Todo lo que Cris nos informa de la facilidad del viaje (que la puta Italia, que el jodido Barcelona, que la mierda parisina… el lameculos ñuñoa santiago) y de la trompeta y sus cachitas a popelé en pleno mediterraneo. Pregunta ¿sexo por el chiquitín con arena? –sería inaudito-. De Karlos, una afirmación: será doctor aquí y en la quebrá del ají, será el intelectual, será bueno que se case con una puta drogadicta, así las bibliotecas le parecerán una perdida de tiempo; mejor el sillón, un libro y una buena mamada instantánea. Eso era lo que esperaba de ustedes, un poquito de enjundia literaria. Sus palabras: un trago amargo del mejor vodka ruso. Conozco uno de diseño marino, corsario. Botella transparente, con una fragata dibujada en azul, el alcohol en su interior resalta la nave. Nombre imposible. Los vasos se quiebran al hacer contacto con la baldosa hogareña.

vive en una película

conversaciones con la poesía chilena se llama el libro
en el entrevistan a Claudio Bertoni
cuando tuve la oportunidad de leerlo
quedé lelo
y eso que el entrevistador es mamonazo

Bertoni contaba que el creía en un dios
que escapaba a la respuesta
no creía en un Jesucristo hijo de dios
ni en uno todopoderoso
su dios no se encontraba en ninguna parte
preguntas sin respuestas
dios ausente

refería también a una ateología
y a un tal Dionisio Aeropagita
para el, para ambos
es un dios que no puede ser pensado
la verdad
repito
me dejó lelo
too much
yo había llegado a creer o sentir o intuir o simplemente se parecía a mis ideas al respecto
-el fin de semana hablábamos de eso con la Paula-

ya no tengo a quien rezar como cuando niño
recuerdo que pedía jugar bien en el partido del recreo de las 10
sin perjudicar a otros
o una nota en una prueba, algo proporcional a mis esfuerzos y estudios
me lo tenía que ganar
no era patudo con diosito
de cierta forma me sentía protegido

ya no

another situation

en unos momentos más
me acostaré pensando en lo ordinario
como un suceso extraordinario

me siento en la cama
quito mis calcetines
y buenas noches amor.

jueves, 27 de agosto de 2009

Los proyectos no tienen luz ni telón de fondo

Cuando supe que sería padre reaccioné cortándome el pelo y buscando trabajo con tácticas y estrategias convencionales; también pasé a ser un allegado. Cortarme la chasca significó ingresar al mundo del orden y la perseverancia. Buscaba marcar un antecedente de presencia y respuesta. Primera reacción del animal masculino: llevar la comida a casa.

Comencé a tener sueños pesadillas. Caminaba a ritmo medio, de noche, la gente: toda alegre, joven y apurada, se daba vuelta y ¡¡¡suap!!!, cornete en la cara, uno tras otro, un hoyito patá a la cornea. Despertaba asustado sin saber en qué me convertiría.

sábado, 22 de agosto de 2009

25 de febrero.

Te vi salir del corazón de tu madre
lloraste y te pusiste la mano en la cara

lo que siguió fue borroso
las visitas, tus abuelos
la habitación llena de flores

siempre vuelvo a ver tu mano en la cara.

vientos tormentas

un cisne muere y la lluvia nos cubre hasta el cuello
un gato es atropellado y el suelo se mueve sin dejar a nadie en pie

el grito de la tierra podría ser una canción

Nuestra casa la llamaremos escondite

mis hijas son dos
la primera Violeta la mayor la más grande
la otra es Ema
la perla todavía disfruta del vientre materno
más movediza por cierto
aun cuando tan inesperada como la primera

Violeta es una dama
cuida su muñeca como si realmente fuera su hija
le busca abrigo la entretiene le da leche y cuando salimos piensa en llevarla
ella de ojos azul -mar azul piérdete en mis profundidades-
ella linda como la madre con algo del padre que todavía no se sabe bien que es
probablemente el temor a caer de las alturas
o la incontinencia urinaria
la misma que la lleva a nuestra cama

Violeta violencia como he osado llamarla no deja de atender lo que a otros
siempre observante siempre curiosa siempre preocupada por lo que pasa a su alrededor

Violeta juega con sus amigas mayores con sus primas aventajadas
las sigue las corretea les da la razón en casi todo
es enamorada de sus amigas es fan es impune a la crueldad de los más grandes

Violeta sabe que nacerá su hermana
la quiere cuidar darle su comida jugar con ella
pero de a poco mientras se acerca la fecha parto party ¿Cuándo se mejora la madre?
comienza a enfermar a ponerse llorona a querer cada vez más a su mami
y así van pasando los días
y así me voy escapando del trabajo para llegar temprano y salir al parque a enfrenar nuestros miedos
veo como tiritan sus piernas en escaleras metálicas que suben torres y castillos
igual que las mías sobre las rocas que escalábamos con el Diego
hay momentos en que dejo de mirar para no decir por veinteava vez cuidado
doy vueltas idas y venidas de acá para allá creyendo evitar el porrazo
pero nada ocurre de la manera esperada

cuando tomamos el camino a casa Violeta corre y echa carrera
ella tiene que ganar
sus ñurdas piernas le impiden alcanzar una velocidad de competencia
sus ñurdas piernas la llevan al suelo
y dice: papi me pegué
y la levanto con calma sin querer asustarla
y le pregunto donde
y sana sana potito de rana si no sana hoy sanará mañana
y el beso en el lugar del golpe
y se le va pasando
pero ya no quiere correr ni caminar
le ofrezco irse a caballito como Pecas Bill
y si me tira la oreja derecha yo acelero y salto y si la izquierda hago un berrinche y unos saltos más rápidos y espasmódicos un corcoveo tipo estornudo equino que me divierten tanto a mi como a ella
en casa buscamos agua helada y la tomamos sin temor a mojarnos
buscando mojarnos buscando pasarla bien mientras llega mamá

preparamos la comida cada uno en su cocina
a veces con música y otras sin

y ya casi no hablamos nos pedimos los aliños un poco más de agua nunca mucha que ya será hora de ir a la cama
ponemos la mesa
yo a un lado ella y la mamita al otro.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Melancolía de un dieciocho botella

Los tiempos cronológicos se disuelven como hielos. En lo que fueron segundos ya estaba sobre la 233, amarilla, flash, veloz como un cohete. Crucé desde lo alto hacia las profundidades de nuestra borracha capital. Si en mis barrios-palmeras todo se hace puertas adentro, en estas Otras calles todo es bullicio, fiesta y cumbia sound dieciochera. Busqué un anticucho en los puestos de pio nono. Miré la multitud hacia el norte y miré hacia el puente. Bajaba y arrancaba el Mapocho. Comprendí que si quería alcanzar la gloria califa tenía que pronunciar un nuevo nombre, un nuevo número telefónico.

jueves, 13 de agosto de 2009

22 de Junio, día del padre.

Los sueños no ocupan lugares ni personas reales sino fantasmas y casas embrujadas que se parecen a las que conocemos.

Cuando supe que sería padre por primera vez reaccioné cortándome el pelo y buscando trabajo con tácticas y estrategias más convencionales; también decidí irme a vivir a casa de la rusia, pasé a ser un allegado. El hecho de cortarme esas largas chascas significó mucho, entre otras cosas regresaba al mundo del orden y la perseverancia
[1]. Buscaba con ello marcar un antecedente de presencia y respuesta; primera reacción del animal masculino: llevar la comida a casa. Simultáneamente comencé a soñar y a recordar los sueños, a despertar taquicardioso y asustado. En el primero de ellos, sueños pesadillas, caminaba a ritmo medio, de noche, por calle Pio nono -paseo habitual, recorrido obligatorio a la casa de mis amigos, Los Dalton-, la gente, los jóvenes, los flaites, los Otros; se daban vuelta y suap!!!, cornete en la cara, y así uno tras otro, una especie de hoyito patá pero a la cornea[2]. Despertaba de madrugada, con el frío otoño que comenzaba a deshojar los árboles del parque juan XXIII, sabía que aburriría a medio mundo contando la misma historia.

[1] “Los proyectos no tienen luz ni telón de fondo estoy inscrito de la nada en el
nuevo y ordenado régimen de la perseverancia”. Este breve poema lo escribí al despertar del primer sueño.
[2] Nicolás Rupcich, amigo artista, utlizaba, en los años 90, permanentemente este concepto.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Señor director:

estado monetario actual:
pido credito-pago deuda
pido credito-pago deuda

vericuetos del entrampamiento bancario señor director
desde el comienzo un gran robo
desde ya una gran derrota

o bien se sale pagando
para caer “libremente” en otra peor
-libremente, en el sentido de la caída libre, de la picada, del despeñadero,
del piquero estilo "acapulco" sin casco ni gorra-

porque... dígame usted señor director
honestamente
-sobre este asunto-
¿libremente?
no libre de mente
ni de libre libertad
ni de libro

cartola, crédito, línea, lineas!!!tarjetas!!!!

señor, en caso de urgencia
empeño mi argolla de oro y el dedo índice.

martes, 11 de agosto de 2009

temprano a un día del trabajador

El despertador no alcanza a sonar, es Violeta quien se le anticipa. Son las 6 de la mañana y en nuestra cama ya no cabe nadie más. Ema cuelga del pezón de mamá, Violeta les hace arrurrú, pide su mamadera y yo intento abrir un ojo para encenderle el televisor y esperar la hora de la ducha. Es difícil seguir durmiendo. Me levanto sonámbulo a hervir agua y preparar la leche. Para cuando vuelvo Violeta ya discute sobre los juegos que llevará a la playa el fin de semana. La mamá funciona con el piloto automático, es capaz de hacer dos, tres cosas a la vez y dormir al mismo tiempo, es una maravilla de la naturaleza, un espectáculo.
Cuando hemos tomado el desayuno emprendemos el viaje dejando a mamita y Ema en casa[1]. Las cinco cuadras que nos separan del jardín son una aventura musical. Algo nos sucede que vamos buscando estrofas, sonidos, pequeñas partes de canciones que ella y yo tarareamos. Esta semana le enseñé “no voy en tren / voy en avión / no necesito / a nadie / a nadie alrededor”. Le hablé de Charly; del bigote de dos colores y de sus uñas pintadas.

Antes de cubrir la primera cuadra Violeta pide caballito. La subo a los hombros y en señal de galope relincho como si fuera un percherón tirando una carreta. Violeta sabe que si tira mis orejas salimos corcoveando desbocadamente. Violeta no deja de jugar con mi pelo por lo que he dejado de peinarme.
En el camino hay un par de situaciones que repetidamente llaman nuestra atención. La ciclo vía y el mal uso que le dan algunos vecinos: autos estacionados en medio de la pista, vehículos que Violeta detecta y acusa severamente. Peatones que caminan pánfilos, a quienes mi hija les dice en tono grave: por ahí no!!!! Es para las Cicletas!!!! Luego está el auto rojo bien chocado en sus focos delanteros que le provoca una pena enorme, Violeta no entiende cómo no lo llevan al Doctor. Ella, en un ejercicio de contraposición, piensa en nuestro viejo peugeot que también estuvo enfermo y que después de varios doctores se mejoró. Cerca ya de la cuarta cuadra la casa que pintaron blanca le fascina, pero insiste en que le faltan flores y pasto. Las pequeñas flores de la tercera casa después de la blanca son color Violeta, cortamos una que otra en más de una oportunidad. Sin medir las consecuencias, como debe ser en estos casos, dejamos la planta sin flores. La respuesta de Violeta fue: papá tenemos que comprar unas flores lindas y se las traemos a la señora para que no llore más. Por último, todos los días sin que se le escape una sola vez, llegando ya al jardín, me pide que salude a la Vale[2] y le diga que ella la está esperando. Despedirnos es un momento de drama, no tanto por que lloriquee o escandalice el momento, sino por la tensión que significa, por la posibilidad de que algo explote, de que me diga prefiero irme a la casa o no te vayas. Pero sucede más o menos tranquilamente. Le saco sus zapatillas corredoras, se pone, con mi torpe ayuda, sus pantuflas de lana y entramos a esa casa bella y mística que es donde pasa todas las mañanas. Un abrazo bien sentido a sus tías, sacar la fruta y ponerla en un canasto junto a la de sus compañeros, colgar su bolsa, darme un beso religioso y acercarse tímidamente a jugar con los tempraneros de siempre. Tía Caty me dice que tenga buen día y a la calle con el corazón colgando de un hilo. En la esquina compro el diario y la pesada realidad gobierna mi andar rumbo al trabajo.



[1] El poder insoportable de la realidad contamina los breves contactos con Violeta. Esto es: cortar las uñas, lavar dientes y manos, abrigarla, apúrate que vamos a llegar tarde, Violeta hay que acostarse, no hagas eso, no esto y no lo otro. En fin, no debiéramos perder el tiempo con tanto deber, no quisiera quitarle juego y magia a mi niña hermosa. Sucede que gasté mucho tiempo contando historias verídicas, crónicas adultas y lateras. Cuando lo que le gustaba era la fantasía, los duendes, los Totoros, incluso dragones y espadas. De haberlo sabido antes comenzaba a seducirla con la Princesa Prometida y las ratas gigantes del bosque.
[2] Su amiga Valentina, compañera de jardín y vecina, que siempre llega más tarde y nunca me cruzo en el camino de vuelta.

Rutina del abuelo.

Temprano, muy temprano, un desayuno completo: pan, frutas de la estación, paltas, jamones, huevos, café. Luego, si o si, baño (en el sentido de sentarse en el baño). En este punto habría que revisar los innumerables refranes y chistes sobre la temática defecatoria, algunos de ellos los recuerda íntegros en su funesta memoria y otros quedan guardados en pequeños textos que ocupan la estantería del tocador. También habría que visualizar las adaptaciones estructurales realizadas al espacio en torno del retrete, agregando por ejemplo una práctica mesa que se despliega desde la pared, ideal para revisar los puzzles del día anterior. Le sigue una larga ducha, vestirse, una vuelta al aire libre y, rápidamente, al sillón: lectura, puzzle, lectura. La vuelta significa dar un rodeo por sus verdes pastos, alcanzar las lagunas con los distintos patos salvajes que regalones se han ido quedando, hacer un conteo mínimo de las miles de truchas que crecen para satisfacer la demanda boreal de la familia, ojear las bellas hortensias de uno y mil colores y respirar el viento de travesía que trae el lago directo a la cara. Aperitivo: delicias en conserva (callampas al aceite, carnes de ciervos, jabalíes y diferentes tipos de sardinas) y la infaltable copa de jerez, que en el mejor de los casos ya se encuentra helado o al que, reclamando, le agrega un cubo de hielo. Almuerzo maravilloso, acompañado siempre de la verdura que la huerta le regale. De postre una copa de helado (sus favoritos, los más cremosos, los más chocolatados) o una fruta en conserva con unos toques del vino de la mesa. Por la tarde cumple religiosamente con repetir la lectura, el puzzle y con él unos minutos de siesta. Entrada la noche, a eso de las 19 horas comienza nuevamente con la copita de jerez, los aperitivos y la comida, que en este caso siempre empieza por caldos, sopas o cremas (los encantadores crutones tubo que dejarlo por órdenes médicas, a lo que se revelaría si su señora no fuera enfermera). A las 21 horas ya debe estar en su dormitorio quitándose los zapatos.

Tata

Cuando dejó la capital lo hizo para retirarse en su monasterio sureño. No caben las razones médicas ni las económicas, cambió la panorámica, se aburrió de su sillón y de las visitas al supermercado. Pasó a refugiarse, protegido por su brava señora germana[1] y por los cientos de libros que le transportaban a fechas pasadas; la mayoría de aventureras expediciones, personajes héroes que cruzaban lagos y ríos torrentosos cargados de agua ardiente para negociar la vida con araucanos y salvajes que ya no nos acompañan. Así también, soñó con damas y damiselas en nuevos destinos posibles, (destinos que no aparecen en la revistas de viajes) calles y ciudades, hoteles, moteles y escaleras de viejos castillos andantes. La lectura de novelas policiales[2] alimentó su pensamiento con ideas mortíferas y soluciones extraordinarias. Si en la triste vida de su longeva realidad sus amigos fallecían uno tras otro, en la lectura crecía su amistad con sus, por llamarles de alguna manera, detectives indómitos (personalmente quisiera llamarlos salvajes pero acordemos en que son tipos nunca dados a recibir órdenes, nunca bien vistos por las autoridades). Con ellos tomó una que otra copa, absorto en el sillón que mira la Isla de los Ciervos, brindó cada noche por cada crimen; por los cometidos, los por cometer, por los resueltos y los no resueltos, cada uno una copa de aromático jerez. Este caballero medieval, romántico a la usanza de los antiguos poetas españoles, fue transformándose en un Quijote sin su sancho panza.
[1] Abuelastra para los nietos, por segundas nupcias luego de su temprana viudez.
[2] Ocupan un espacio tanto mayor, la biblioteca cae desbordada a espaldas del nuevo sillón de cuero.

viernes, 7 de agosto de 2009

Dieciocho botella

Guarden manos compañeros

Ayer no pude trabajar. Aclaro: estuve todo el santo día en mi puesto de trabajo, jornada completa. Pero no hice nada de lo que dicen mis funciones definidas por los astutos de la organización. Esto es el aburrimiento de lo cotidiano. Como dice la canción de moda: “Una y otra y otra vez”, siempre lo mismo.

Puedo imaginar, puedo navegar por la red, puedo incluso escribir lo que me venga en mente, pero soy culposo y responsable, o pelotudo como me llaman mis amigos escritores en razón del despilfarro de tan preciada libertad laboral. Me preocupo. Los escasos correos electrónicos que recibo en mi bandeja de entrada[1] no alcanzan a divertirme. Estos documentos los leo, reviso y sufro. El ahínco con que respondo no es suficiente, no logra provocar dialogo alguno en mis interlocutores. Pierdo total interés. Condición existencial permanente.

El frío invernal de mi pequeño stand boicoteó mis intenciones de hacer frente a unas planillas excel intratables. Me invadieron, por una buena vez, los recuerdos olvidados y así también me vino en memoria esta anécdota:

Decir que nos dejaron solos es injusto, recordar las razones de dicha huerfandad es imposible. Pero es un hecho que la mayoría se había desplazado al litoral central a disfrutar de las fondas con los Tommy Rey[2] y con, el todavía vivo, Pachuco y su Congo.

Teníamos algo así como 17 años, era un dieciocho de Septiembre en Santiago, una noche sin planes, un grupo de huevones -pendejos- aburridos con mucho tiempo, sin mujeres y escasa experiencia como para salir del atolladero. Los cuatro parquetas eran: el Chupayas, el Bueno -el malo y el feo también-, el Suerte y yo, el Paila o Pailón o Dumbo o el mejor de todos (caricias) –entre paréntesis-. En fin, uno de nosotros venía llegando de Norte América, uno de nosotros sería nuestra única oportunidad de abarcar lo inexplorado, ¿cómo decirlo mejor?, de intrusear en lo prohibido.

Quedarse en Santiago se veía como una experiencia nueva. Un dieciocho en la capital podía ser aquello que nos liberara del mundillo tranquilo y conservador en que nos movíamos. Teníamos de forma casual y extraordinaria recursos monetarios y libertad de acción -nuestras madres reposando el rico almuerzo playero; desinformadas y confiadas en cada uno de los pendex que ociosos se imaginaba la casa sola y la pieza en el hotel del “ni tan Bueno”-. Cabe precisar lo siguiente: El “casi Bueno” se alojaba en un excelente hotel junto a su familia. En lo personal nunca conocí uno. Y éste, el Gran Chesterton, quedaba ubicado en el barrio gótico de Vitacura. Nosotros, cada uno de nosotros, soñábamos y competíamos por la tarjeta de hotel que ya en ese entonces era lo mismo que una llave de hotel. Todo lo anterior bajo la fantasía de concretar alguna insinuación calentona.

Los recuerdos pierden la intencionalidad de las acciones.

Llegamos al Blockbuster o Errol´s con un objetivo claro: arrendar “Bajos Instintos” -¿notan el tono inocente?, la falta de pornografía a esa edad es un síntoma claro de algo-. Compramos un Vodka y sin saber porqué una caja de condones. La escasa experiencia es clara, la caja de preservativos es herencia de las campañas scout “siempre listos”. Todavía íbamos a misa los Domingos.

Y nos servimos los primeros vasos, buscando el equilibrio del hielo y el agua tónica -¿o en esos tiempos lo tomábamos con naranja?-, mirando atónitos como la Sharon Stone hacía un cruce de piernas perturbador. Como esos blancos calzones cuneteados debajo de los jumpers de nuestras compañeritas de colegio; recuerdo particularmente los churrines más gastados de la Martuca Farfán. Ave María que le gustaba mostrarlos.

La noche era tranquila, la luna y las estrellas jamás se aparecieron.

Y la temperatura y las ganas de salir al dancing o al agarre o al atraque crecían exponencialmente. Uno de nosotros, el jil de la pieza en el hotel, el “Bueno pa la Manuela” no aguantó más, necesitaba saber cómo se ponía el globito, cómo funcionaba y si de verdad era algo seguro. Y así, puñete en la guata de por medio, dale que dale, lanzó todo su liquid dentro del plástico recipiente. La vergüenza estaba consumada, el no saber qué hacer con la huevadita, el colmo del entrampamiento. La evidencia onanista. Hay que decir que la creatividad siempre ha sido lo suyo y para salir de estos vericuetos con ella basta, o bastaba. Porque los nervios de punta y el pavor a la humillación le nublaron las ecuaciones estratégicas. Sin pensarlo tanto, eso queda claro, el amigo no haya nada mejor que eliminar el sombrero de goma por la ventana. Salió del baño como un adulto iniciado y, al tiempo, saludó a los restantes huevetas con las manos recién lavadas como si nunca hubiese estado con nosotros –quienes tratabamos de descubrir a la mujer del picahielo-.

Y vamos contando lo ocurrido:

- no que ahí, yo, eh, eh… métale métale y bueno… la hueá funciona y quedó llenita y la tiré pal lado pos loco, así no la pilla tu mamá. Cachai.

-Pero Puta huevón “Bueno pa cagarla”. Si mis vecinos son amigos de mis viejos. Y me van a cachar y ahí si que va a quedar la zorra.

Entonces después de breves, brevísimas reflexiones colectivas -siempre ocurre esto cuando el alcohol se ha tomado, literalmente, nuestra razón[3]- el “mala Suerte”: pum!, saltó la muralla y gritó a boca de jarro.

- ¡¡vigilen que nadie nos vea!!.

Y con las manos inocentes, de uñas bien comidas, el “pobre Suerte” recogió el condoncito lleno de leche sin lactosa, lo envolvió en un papel más higiénico que lo nunca antes visto y derecho al basurero, no al del baño, sino al grande. Botó el condón moquiento en ese tacho que nunca nadie revisa por temor a encontrarse con su propia sombra.

Seguimos en la carretela sin recriminaciones, sin ningún tipo de sanción disciplinaria. Algo bastante lógico si entendemos que el manflinflero era el “niño Bueno” con ansias de hombre que guardaba las llaves/tarjetas del hotel. Era el quién podía darnos el pase a lo indecible.

Los tiempos cronológicos se disuelven como hielos.

En lo que fueron segundos ya estábamos sobre la 233, amarilla flash, veloz como un cohete. Cruzamos desde lo alto hacia las profundidades de nuestra borracha capital. Si en nuestros barrios palmeras todo se hacía puertas adentro, en estas otras calles todo era bullicio, fiesta y cumbia sound dieciochera. Busqué un anticucho en los puestos del puente pio nono comprendiendo que si quería alcanzar la gloria califa tenía que ser capaz de pronunciar un nuevo nombre, un nuevo número telefónico.

Nada de lo que soñamos ocurrió. Todo lo fantaseado ocurriría tiempo después.

Recuerdo a los cuatro entrando en la discoteca, recuerdo a los cuatro comprando copetes a luca y dos lucas –orgullosos-, recuerdo a los cuatro buscando por aquí y por allá alguna mina que quisiera bailar ese ritmo nada parecido a lo chileno. Era, tal como se promovía, una fiesta funk. Una fiesta original. Eso no nos incomodaba, nos daba mayor libertad de piernas.

Es difícil asumir la derrota.

Terminamos bailando unos solitarios zigzagueantes, terminamos rendidos al alcohol. Terminé absorto mirando una chica de rastas de distintos colores. Terminé cegado por lo que veía.

La noche actuó tal cual un oráculo de lo que sería nuestra juventud.

La noche se fue marchando y la resaca nos pilló sentados en la cuneta esperando taxi para la casa. Y así mismo nos fuimos de la Fabrica Discotheque, a continuar el dieciocho funky, el dieciocho botella.



Francisco Izquierdo U
[1] Bandeja de entrada: curiosa manera de llamarle. Podría ser también: palangana de salida.
[2] Se lograba percibir, ya en esa época, que había más de una sonora con dicho nombre, de hecho tocaban en distintos balnearios en tiempo simultaneo.
[3] Recuerdo una despedida de solteros, ya moyorcitos los -como dicen en los libros con traducción española- tontoculos. En fin recuerdo un carrete en que terminamos los mismos parquetas durmiendo en la calle o en el antejardín -en el mejor de los casos- sin poder pillar unas putas llaves de la casa que estaban delante de nuestras narices. Breves, brevísimas reflexiones.