El psiquiatra me halló levemente, moderadamente deprimido. Ningún hallazgo sino una simple constatación. A pesar que el Doc es bastante joven, agradable y bonachón la experiencia no deja de ser desagradable. Entiendo a los que arrancan y no vuelven más. Pienso en los internos y lloro por ellos, horror de horrores. El salto al vacío una vez que uno empieza a hablar es real. Y La caída dolorosa. Hay que reconocer eso sí que, para ser mi primera vez, desde el silloncito en que me encontraba no me fue tan difícil expresarme, con mi Rusia los es bastante más, asunto que me parece delicado pero absolutamente normal si se considera que a uno no espero verlo nunca más y por el contrario con mi mujercita espero verme hasta la muerte, además de dormir juntos y ser padres de dos niñas y mucho mucho más. Es preciso anotar que el Doc me recetó un medicamento que debiera mejorar mi ánimo, lo que me viene bastante bien para enfrentar este fin de año que pinta color de hormigas. La Isapre del demonio es bastante optimista me da sólo 5 sesiones.
También me vendría bien un paseo por la nubes o un naufragio en una isla atiborrada de fruta, aves, pescados y mariscos, una isla eso si desierta de humanos. Por un tiempito, nada muy agobiante, un relax.