En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

jueves, 13 de agosto de 2009

22 de Junio, día del padre.

Los sueños no ocupan lugares ni personas reales sino fantasmas y casas embrujadas que se parecen a las que conocemos.

Cuando supe que sería padre por primera vez reaccioné cortándome el pelo y buscando trabajo con tácticas y estrategias más convencionales; también decidí irme a vivir a casa de la rusia, pasé a ser un allegado. El hecho de cortarme esas largas chascas significó mucho, entre otras cosas regresaba al mundo del orden y la perseverancia
[1]. Buscaba con ello marcar un antecedente de presencia y respuesta; primera reacción del animal masculino: llevar la comida a casa. Simultáneamente comencé a soñar y a recordar los sueños, a despertar taquicardioso y asustado. En el primero de ellos, sueños pesadillas, caminaba a ritmo medio, de noche, por calle Pio nono -paseo habitual, recorrido obligatorio a la casa de mis amigos, Los Dalton-, la gente, los jóvenes, los flaites, los Otros; se daban vuelta y suap!!!, cornete en la cara, y así uno tras otro, una especie de hoyito patá pero a la cornea[2]. Despertaba de madrugada, con el frío otoño que comenzaba a deshojar los árboles del parque juan XXIII, sabía que aburriría a medio mundo contando la misma historia.

[1] “Los proyectos no tienen luz ni telón de fondo estoy inscrito de la nada en el
nuevo y ordenado régimen de la perseverancia”. Este breve poema lo escribí al despertar del primer sueño.
[2] Nicolás Rupcich, amigo artista, utlizaba, en los años 90, permanentemente este concepto.

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