En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

viernes, 8 de octubre de 2010

estuve contando pelos en la ducha



Estuve contando pelos en la ducha, para ver si realmente eran tantos los caídos, para ver si no estaba un poco oscuro, un poco derrotado, un tantico deprimido. “Alharaca la weona” diría Sir Charles (me permito aquí una rabieta concreta contra World el programa de Microsoft, no le gusta que yo escriba weona, weon si pero weona no, me corrige automáticamente a leona, mamonaso el programa… Assun tiene toda la razón sobre la materia). Además de no estar tan pelado, tampoco soy obeso. Panzón, pero no gordo, guataca en el mejor sentido. Evidente sobrepeso, oka, pero todavía me veo la pichula. Y es que con los años, el poder adquisitivo, el endeudamiento sistemático y la carga emocional de ser familia trastornaron mi evolución, si iba camino a bebedor escualido hoy por hoy, como diría la tía abuela de Guajira, la comida se ha vuelto algo primordial, si antes era un tema netamente de sobre vivencia hoy es puro placer, goce, lujuria. Nada de sofisticaciones sushiyama, comida termonuclear y patrañas, comida al plato, carnosa, grasa y muy pero muy saborizada. El picante por ser, antes no era de mi fascinación, hoy si, ya no solo el ají verde, hoy los son todas sus formas y colores, es que se pasa cuando ese picor ardor te agarra y quieres más y más, algo que sucede seguido con todo eso del mal, de la maldá: te agarra y no te suelta, siempre quieres más.

En fin muchas vueltas y pocas heces, toda esta retorcida para afirmar hoy que me da la misma mierda tener 30, 40 o 50. Es importante consignar que todavía no voy a medico, eso es un antecedente relevante. Todavía no me han pasado la aplanadora con exámenes exagerados ni mangueras en la diuca. Las pastillas azules las aspiro. Los dientes están cada vez peor, pero sólo pierdo uno cada diez años, le tengo gran respeto al profesional bucal pero yo ni amarrado. Espero eso si que la próxima muela libre sea del lado izquierdo porque sino el orificio derecho será difícil de ocultar, la risa se volverá trunca y yo un weas lleno de mañas.

Me cuenta un pajarraco que hoy llegan la machines donde los mineros, seguro les llevan ropa limpia y máquinas de afeitar, todo muy planificado para que salgan estupendos (flor flai con el after shave). Está bien, me alegro. Pero si quieren que recuerde bacanamente este día entonces déjense de leseras y hablen y, sobre todo, escuchen a los comuneros mapuches, eso sería pulento. Lo otro ya está. Temperatura agradable, pronóstico del tiempo ad hoc al panorama siniestro, las niñas y Chandy se la juegan con desayuno americano pancetas y medias lunas, suena Charly en la Estación Mapocho (el sonidista claramente es un buen tipo) y mi calendario para hoy no pasa las 4 de la tarde, después...  que la rueda gire lo necesario para justificar este despilfarro de organismo.

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