Dedicado a mi compadre Renso, un peleador con estoque.
Otra cosa es con guitarra. Acá
sobra el agua. Llueve de maneras distintas, como en Forest Gump. Las nubes que
tanto gustan a mi tío Marcial son un descubrimiento permanente y constante, te
das vuelta y ya ves otra nube negra reventando y luego otra blanca como un jodido
mashmelow.
Las hojas de los nogales que en
los primeros días de Marzo y Abril no me dejaban ver los rayos del sol
ya se encuentran en el suelo en señal de un otoño fugaz. Frente a este
escenario la respuesta familiar se despliega acorde; pantis medias para las
niñas, calzoncillo largo para el varón (de polar y lycra también), estilo
chalota le estamos llamando en un acto de adecuación
parlae de nuestra habla a la lengua
local. En mi caso particular retiro todo lo dicho contra Iván Luis Zamorano, jamás
debí burlarme de su rápida mimesis española y luego italiana y finalmente
mexicana. Hablo cantadito y con una sonoridad que me da risa, la Violeta me
sigue los pasos, así las cosas: pobre del primo que se burle de ella en el
verano.
Respecto de mi trabajo puedo
afirmar con seguridad que he descubierto mi espacio natural, me siento como
chancho en el barro. He conversado bastante con el Tata de esto, de cómo
sus hijas y ahora sus nietos llegaron directa o indirectamente a trabajar y
desarrollarse en el mundo de la educación. No tiene idea, no puede explicárselo.
Lo que me dice últimamente, sabiendo que la plata no es la razón de fondo, ni
de cerca, es que lo único importante es que me guste, pienso que él se da
cuenta. Como la Violeta que el otro día haciendo un resumen familiar de nuestra
estadía en Lago Ranco, de nuestro cambio de vida, de esta aventura a firme,
decía que le gusta estar en el sur porque es más tranquilo, mas limpio, más
bonito (hasta aquí puras ideas abstractas que no me parecían realmente
significativas para una niña de 6 años como diría mi lado psicólogo oculto),
pero de pronto se las manda y me hace llorar como final de teleserie: “además lo que
más me gusta es que mi papá está mucho más contento”. Chucha, fuerte lo tuyo
papi. Y es verdad, si, con mi Rusia estamos mejor, el resto va de la mano, paso
adelante paso atrás, sin volvernos tan locos
querido Charly.
Algunos coqueteos y secretos
sureños:
- Hace tres semanas me traje la matera a la escuela. Tomo mate a diario con la Ceci, la Sonia y la Irma (bibliotecaria, asistente e inspectora). Sin falta me hacen bromas con que mueva o no mueva la pajita, las dejo pasar para no mostrar mi faceta califa que poco freno tiene. Me discriminan positivamente por los ojos claros y la rubiesa de mis cabellos, ni se fijan en mi panza. El autoestima flotando en modalidad zepellin.
- A mi jefa, que jubila este año menos mal (le gusta decir que es medio milica, acá todavía se puede decir esa barbaridad), siempre la pillo comiéndose unos berlines que guarda en su escritorio. Le gustan de crema pastelera como al Pome o rellenos con dulce de membrillo.
- Dos de los 5 días de la semana me he arrancado con un par de profesores históricos a comer donde la señora Carmen que nos prepara en su casita (frente a la escuela) unos almuerzos bien de campo me dicen, que no pasan de unas cazuelas y porotos monumentales. Lo justo y necesario para combatir a rostro descubierto el frío polar de mi oficina-anticuario-bodegón de trabajo compartido con Juan Matus que llegó con el tren de Rio Bueno y nunca más se fue. Profesor de música que hace clases de Ciencias Naturales, jefe de UTP y cómplice mío en todas las reformas anti SIMCE que queremos instalar: “jugar, pintar y wevear, así lo vamos a lograr”.
- El fin de semana pasado tuvimos la visita más más loca de la temporada. Una sorpresa tras otra: primero mi mamá que llama a media semana, secreteándonos los dos, porque llegaba el jueves directo a recoger a las perlas a la escuela y el jardín de más grande a más chica. Luego, el mismo jueves mi hermana Mery, infaltable, que ya estaba en Rio Bueno llegando (también sorpresa gigante). Y ya para el remate, mi papánuncadejadeasombrarnos, que de la nada se sube al Cruz del Sur acelerando a fondo para llegar a las 6 am al cruce Los Tambores. Lo pasamos la raja. Fuimos con mi papá a cortarnos el pelo juntos como cuando cabro chico. Con Alfonso lo hablamos todo y nos matamos de la risa sufriendo la derrota del Athletic. La Mery y mi mamá no pararon de reírse con las locuras de las doctoras coléricas. El Amarú no paró de gatear y botar los juguetes de las niñas atajándose la risa con la comida. Y la Rusita entre otras maravillas como el caldillo de congrio se dio el lujo asiático de dormir siesta. Ah, y yo, con un par de fintas copiadas a Neymar, me arranqué a pescar fuera de temporada una travesura que siempre quise hacer. A mi hermano Pablo lo espera algo mejor; dicho y hecho.
- En las noches, tempranito de noche, nos sentamos a tomar vino y miramos la computadora con los primeros ensayos de casa casita que nos dibujo el Grande de Mapachón, lo hinchamos y vamos a seguir hinchando con mucho pero mucho agradecimiento hasta que demos con el modelo económico realista pragmático que finalmente podamos construir sin dejar de tener la mejor de las deudas y la más olorosa de las maderas que tanto nos gusta y habla cuando pega el norte de este invierno.
Se nota que el remedio no era otra cosa que lluvia, viento frio y la tranquilidad del sur.
ResponderEliminarEsperando el dia "D" me puse a leer las entradas antiguas de este blog, esas de cuando estabas por estos litros. Sin ser un experto, te puedo decir que las entradas nuevas tienen un brillo encandilande en comparación con las oscuras entradas del pasado, lo cual me pone muy feliz.
Un abrazo.
Nico.