En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

jueves, 28 de octubre de 2010

Angelmó, Puerto Montt, Local 08 (viático)

la dueña del restaurante
almuerza con las 2 cocineras
y las 2 garzonas

las cocineras y la dueña del local son gordas

una vez que los clientes abandonan
se sientan en la meza más cercana a la cocina

para el día de hoy: un contundente plato de porotos con riendas

el sorbeteo es efusivo y compartido en un ensamblaje digno de camareta
(ni que se les fuera la vida entre cuchara y cuchara
ni que se les fuera escapando algo más que el alma)

acto suicida
atentado terrorífico al esófago
la menuda dama toma pisco sour del tamaño de la catedral
la menuda dama agita la copa de la misma manera en que sus interiores se revuelcan ácidamente

abandonado en mi botella de vino blanco pienso en la farmacia.

al baño voy en reiteradas ocasiones

al baño voy en reiteradas ocasiones
algunas veces la hago corta
y una dos o tres más larga (el promedio diario es claramente superior al resto de los mortales)

la lectura se vuelve feroz sentado en el W.C
la lectura se vuelve enferma si no cuento con lo necesario
el tiempo
el silencio
y el cigarro solitario

así las cosas
la lectura me lleva a la muerte

si continúo
libro tras libro
una dos tres veces al día
me desangraré en la hemorroides.

viernes, 8 de octubre de 2010

estuve contando pelos en la ducha



Estuve contando pelos en la ducha, para ver si realmente eran tantos los caídos, para ver si no estaba un poco oscuro, un poco derrotado, un tantico deprimido. “Alharaca la weona” diría Sir Charles (me permito aquí una rabieta concreta contra World el programa de Microsoft, no le gusta que yo escriba weona, weon si pero weona no, me corrige automáticamente a leona, mamonaso el programa… Assun tiene toda la razón sobre la materia). Además de no estar tan pelado, tampoco soy obeso. Panzón, pero no gordo, guataca en el mejor sentido. Evidente sobrepeso, oka, pero todavía me veo la pichula. Y es que con los años, el poder adquisitivo, el endeudamiento sistemático y la carga emocional de ser familia trastornaron mi evolución, si iba camino a bebedor escualido hoy por hoy, como diría la tía abuela de Guajira, la comida se ha vuelto algo primordial, si antes era un tema netamente de sobre vivencia hoy es puro placer, goce, lujuria. Nada de sofisticaciones sushiyama, comida termonuclear y patrañas, comida al plato, carnosa, grasa y muy pero muy saborizada. El picante por ser, antes no era de mi fascinación, hoy si, ya no solo el ají verde, hoy los son todas sus formas y colores, es que se pasa cuando ese picor ardor te agarra y quieres más y más, algo que sucede seguido con todo eso del mal, de la maldá: te agarra y no te suelta, siempre quieres más.

En fin muchas vueltas y pocas heces, toda esta retorcida para afirmar hoy que me da la misma mierda tener 30, 40 o 50. Es importante consignar que todavía no voy a medico, eso es un antecedente relevante. Todavía no me han pasado la aplanadora con exámenes exagerados ni mangueras en la diuca. Las pastillas azules las aspiro. Los dientes están cada vez peor, pero sólo pierdo uno cada diez años, le tengo gran respeto al profesional bucal pero yo ni amarrado. Espero eso si que la próxima muela libre sea del lado izquierdo porque sino el orificio derecho será difícil de ocultar, la risa se volverá trunca y yo un weas lleno de mañas.

Me cuenta un pajarraco que hoy llegan la machines donde los mineros, seguro les llevan ropa limpia y máquinas de afeitar, todo muy planificado para que salgan estupendos (flor flai con el after shave). Está bien, me alegro. Pero si quieren que recuerde bacanamente este día entonces déjense de leseras y hablen y, sobre todo, escuchen a los comuneros mapuches, eso sería pulento. Lo otro ya está. Temperatura agradable, pronóstico del tiempo ad hoc al panorama siniestro, las niñas y Chandy se la juegan con desayuno americano pancetas y medias lunas, suena Charly en la Estación Mapocho (el sonidista claramente es un buen tipo) y mi calendario para hoy no pasa las 4 de la tarde, después...  que la rueda gire lo necesario para justificar este despilfarro de organismo.

martes, 5 de octubre de 2010

30 y qué tanto

Llegué a los 30 -y qué tanto-. Sin drama y con una panza exagerada. Tiempo atrás apostaba por coger la muerte a los 28, tal cual lo hicieron otros más notables. De todos ellos me quedo con Jimmy Hendrix, todo un foxy queridas ladies. Los amigos no pudieron ayudarme a conseguir drogas más fuertes y yo no tuve la valentía de abandonar a mis bellas hijas. Hoy da vueltas en mi cabeza un tope de ideas mortíferas que antes simplemente ignoraba, a de ser la angustia médica moderna, tan en portada, tan de cuentos de fama, tanta pantalla para el fantasma cardíaco y el espanto cerebral. Ideas weonas, ideas cobardes. Lo hizo Andrés Caicedo en su primer cuento serio, a los once años escribió: de los 23 no paso. Fue su tercer intento. Le resultó, un taco de pastillas y a negro.

¿Será esta la década de mi despedida?, espero que no, no todavía, not jet mother fucker. -Así se le habla a la muerte, en dos idiomas porsiaca-.

Ni el diablo lo quiera. Estaría dejando un montón de deudas rascas y malos ratos a mi amada Chandy –según el ultimo balance serían bastantes las peleas, ninguna muy ondera, ninguna de muebles por la ventana, simplemente la rabia que surge de la nada o de casi todo- . Me iría con el infortunio de no haber cumplido algunos sueños compartidos que por ahora aparecen en el lejano oeste. A mis dos hijas me gustaría verlas enfrentar elegantemente el derrotero de la cotidianeidad. Son -sin inflarse- muy lindas, educadas, graciosas y diferentes, una le recordará más al difunto y en ese caso sabrá que perdí el tiempo de buena manera lo cual está muy bien. Cualquier perla las cuidaría encantado de la vida. Ojo, Carlos, Sebastian y P. Blanco lo tienen prohibido hasta la mayoría de edad de las rubitas.

De las cosas que quise y no hice, las que quiero: un compendio como diría el profesor jirafales. Quiero tomar un vuelo a Tumbuctú el día que se me pare la diuca. Quiero invitar a los amigotes a un buen restaurante y poder quedarnos de sobre mesa con carcajadas y mucho humo, con botella de whisky, acordeón, bandolina, guitarras y los Sweters a ojos cerrados (si me dan un bono en la pega, lo escondo del banco y me rajo no más). Requetecontraquiero vivir en el campo, trabajar en una escuela y regalarle unas gallinas a Violeta y una yegua percherona a la Ema. En la misma parcela soñada quiero tener un horno de barro echar un lechoncito sugerente y degustarlo con la familia izquierdosa que siempre me acompaña, la de vinos que vamos a probar, labios tatuados morados tal cual boca de obispo. Quiero ver a Chandy en una foto muy nevada con su amiga Carmen en Berlin Oriental. En querer huevadas por la chucha, la cagó amor que quise arto eso de abandonar la neura sin sentido. Quiero viajar con papi, mami y hermanos a Mendoza como cuando pendex y huevear de lo lindo a los monos que te roban el picnic en ese zoológico fulero. Quiero que lamanoenlacara sea revisado en la cátedra de teología de la Universidad los Andes. Que se acaben las colas en los hospitales y que la selección chilena gane la copa América en final con brasil dándoles un baile de cueca chora a los muy putasos. El día del llamado al más allá quiero irme con tu bocabeso, que me dejen en una roca cerca de un río y que me coman los tiuques, algunas aves rapaces y uno que otro jote –el buitre patrio-. Si les queda un dedito láncenlo al agua para las pancoras.

En fin, quiero y no puedo. Not jet.