En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

jueves, 26 de agosto de 2010

carta al clinic respondiendo al seriote que también escribió al clinic

Sr. Director:


Quisiera agradecer los comentarios vertidos por el señor Felipe H a mi carta, Día de Mierda, publicada por vuestro semanal. Al respecto quisiera avivar la cosa impulsando algunas reflexiones y odiosidades que surgen una vez revisado el documento de Felipe H.

Estimado, sinceramente agradezco la lectura atenta y concienzuda que le has dado a mi carta. Al mismo tiempo quisiera darle una vuelta de tuerca a tus “sugerencias”. Si comprendo bien el sentido de lo que planteas, tú quisieras que yo pensara detenida y sesudamente en cada una de las afectadas y groseras expresiones con que pude referirme a la persona que robó el auto de Chandy la madre de mis dos hijas (auto sencillo y pequeño, que trabaja para pagar). Te gustaría que yo me diera cuenta que cuando digo “hijo de puta”, “miserable”, “jil culiao”, “tontoculo”, “ladronzuelo”, estuviera digamos conciente de lo que eso puede llegar a significar, es decir que realmente ese ser humano es hijo de una madre que obligada por su situación se prostituye y fuma pasta y toma pelacables y también seguramente en un acto de proyectar su historia hacia el pasado cuando el cabro era chico la mujer lo culpaba por su condición y le daba rabia y lo cascaba y en la escuela al niño no lo querían porque sabían a lo que se dedicaba su mami y cuando caminaba solo, enojado con su suerte y miraba la de otros que era más bacán que la suya y en fin todo eso lo ha vuelto irremediablemente en un “jil culiao” como yo le llamo. Te entiendo y en parte es probable que esta vida de mierda (ya no es sólo un día) lo llevase sin opciones a terminar en lo que terminó. Y también puedo compartir la idea de que ambos somos víctimas de un “sistema que excluye y propicia la competencia y el joderse los unos a los otros”. Pienso en todo caso y muy en buena onda, que más allá de la ofensiva manera practicada para referirme al sujeto en cuestión, igual le daba “sugerencias” para un buen uso del vehículo y de los objetos cargados de valor simbólico y gastronómico. Incluso le recomendaba salir de santiago y acercarse al litoral y echarse una buena cachita en el asiento del copiloto.

Te invito a que leas nuevamente el “día de mierda”, pero más relajado, sin darle tanto valor a esas feas y fuertes palabras, más bien pégate la cachá de que en una situación como esa, con una escritura absolutamente visceral casi sin correcciones ni ediciones, lo que menos importaba era cual adjetivo o garabato resultase escrito. Y en ese sentido es que yo me expresé, sintiéndome mucho más tranquilo después de poder escribir vomitar arrojar toda esa rabia que genera el darse cuenta una y otra vez en el puto mundo en que estamos viviendo, como cuando me robaron la bicicleta o cuando los longis de la garra blanca a la salida de un clásico en el nacional quisieron bajar del auto a mi bella Chandy con mi hija, en ese entonces de 1 año y medio, y se robaron hasta la bolsa con pañales weón. Y las jodidas ganas de que todo se vaya al carajo, las cuentas del banco de mierda que no perdona, el trabajo ostigante de mi mujer que no le permite detenerse ni para ir a la fiscalía a hacer la denuncia, la misma insana fiscalía que te dice que estas puro hueveando, los odiosos que te recuerdan la estupidez de no haber asegurado el auto y la puta ciudad que nos repareó. Y así po, pa que chucha te voy a seguir contando. Esto no se trata de un lloriqueo ni de un tratado político sociológico teórico hegeliano post estructuralista lacaneano comprensivo de la miseria humana sino de ocupar un espacio de expresión para justamente “expresarse” como a uno mejor le resulte, en este caso la diatriba contra todo lo que envolvió ese día de mierda.

Y si, luego de tres semanas el auto apareció en Batuco, hecho bolsa pero con sus cuatro rueditas listas para salir pelando forro de la comisaría. Y si, los pacos fueron mis mejores amigos en el camino.